Cuando Hernán Cortés y sus tropas llegaron a la cordillera central, aprendieron de los aztecas cómo escapar del invierno pasando los meses más fríos en un pueblo a unos 64 kilómetros al sur, más allá de las montañas. Lo llamaban Cuauhnáhuac, que significa “lugar de grandes árboles” en náhuatl. Gracias a su constante clima primaveral, Cuernavaca sigue siendo un destino de fin de semana para los residentes de la Ciudad de México, sobre todo porque está tan cerca como para llegar manejando a desayunar y regresar antes del anochecer.
El centro está rodeado por dos grandes plazas. En la de mayor tamaño se encuentra el Palacio de Cortés, construido por el conquistador en 1526. El edificio alberga el Museo Regional Cuauhnáhuac, hogar de varios murales de Diego Rivera comisionados por Dwight Morrow, embajador de Estados Unidos en México de 1927 a 1930.
No te pierdas la Catedral, se comenzó a edificar en 1525. Justo enfrente está el Jardín Borda, construido por Joseph de la Borde, un francés que se volvió rico gracias a la plata mexicana en el siglo xviii. Un siglo después, el emperador Maximiliano y su esposa Carlota hicieron de esos terrenos una residencia de verano.
Otro sitio de interés es el Jardín Etnobotánico, con su colección de plantas medicinales utilizadas para sanar males ordinarios y esotéricos, como el mal de ojo. Conoce el Museo Robert Brady, con su ecléctica colección de arte y antigüedades pertenecientes a un estadounidense expatriado y coleccionista de arte que vivió aquí hasta su muerte en 1986.
Entre Cuernavaca y Zacualpan se hallan 11 de los 14 conventos del siglo xvi denominados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la unesco en 1994. Pueden ser visitados en uno o dos días, al tiempo que se conocen las poblaciones y paisajes a su alrededor. Los amantes del arte y la arquitectura tienen en estos monumentos un asombroso mundo de murales y relieves, de pinturas y detalles escultóricos.
El buen clima y las tierras fértiles de Morelos permitieron que a la llegada de los españoles en el siglo xvi se fueran estableciendo numerosos ingenios agrícolas y azucareros. Las antiguas haciendas fueron convertidas en hoteles y spas, en restaurantes y museos. Algunas conservan sus cascos originales, otras el mobiliario antiguo, todas están rodeadas de vegetación y en ninguna faltan las historias del pasado.
XOCHICALCO
Al sur de Cuernavaca está la zona arqueológica de Xochicalco, que significa en náhuatl “en el lugar de la casa de las flores”, y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la unesco en 1999. Aquí, una pirámide complejamente tallada rinde tributo al dios Quetzalcóatl o “Serpiente Emplumada”. Un museo de sitio relata su historia y es sede de un espectáculo de luz y sonido de octubre a mayo.
TEPOZTLÁN
Tepoztlán, a sólo 25 minutos al este de Cuernavaca, es un encantador pueblito a los pies de altas montañas. En la cima, a 365 metros sobre el valle, se encuentran las ruinas de un templo. Subir hasta ahí cuesta trabajo, pero la vista desde el Tepozteco es gratificante. El mercado de artesanías del domingo es de los mejores en el centro de México. Cargado con una energía especial, Tepoztlán es hogar de numerosos spas y retiros holísticos. Asegúrate de probar los famosos helados Tepoznieves.
Fotografía: Secretaría de Turismo del Estado de Morelos