Fue cuna de la poderosa y próspera Tenochtitlán. Las ruinas y el museo del Templo Mayor, dan testimonio de su esplendor previo a la conquista española en 1521. Hoy, el Zócalo es el corazón de la ciudad y donde la mexicanidad se manifiesta y comparte. En la Plaza de la Constitución, todos los días se hacen honores a la bandera y cada 15 de septiembre se conmemora el grito de independencia, mientras los colores del lábaro patrio visten las calles y edificios aledaños. No menos festivo es el Día de Muertos y las fiestas navideñas, un despliegue de luces rutilantes alegra los alrededores. La plaza central, una de las más grandes del mundo, es también punto de reunión cuando la sociedad tiene algo que decir o demandar al gobierno.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1988, el Zócalo y sus alrededores tienen mucho que ofrecer. Es un placer y un viaje por la historia recorrer las calles y admirar majestuosos edificios virreinales, como el Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana, el Nacional Monte de Piedad o el Museo Interactivo de Economía. La arquitectura porfiriana quedó magníficamente representada con el Palacio de Bellas Artes, el Palacio de Correos, el Museo Nacional de Arte o el edificio Boker. En el centro el pasado y el presente confluyen. Se conservan cafeterías, comercios y hoteles que han visto pasar los siglos, al tiempo que cada vez más propiedades son remodeladas y fusionadas con la vanguardia. Para ver todo en perspectiva, lo mejor es subir los 44 pisos de la Torre atinoamericana, su inauguración en 1956, fue todo un hito de modernidad.