En el corazón de Monterrey se erige el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), una obra maestra del arquitecto Ricardo Legorreta, inaugurada en 1991. Desde su apertura, el recinto no solo ha sido un referente del arte contemporáneo en México y América Latina, sino también un ícono arquitectónico que redefine la relación entre espacio, luz y visitante.
El diseño del MARCO privilegia la experiencia sensorial. Pasillos silenciosos conducen a salas flexibles que pueden albergar desde instalaciones monumentales hasta exposiciones minimalistas. La luz, cuidadosamente dosificada, guía al espectador y otorga protagonismo a las obras sin restar fuerza a la arquitectura. Así, el museo es tanto contenedor como protagonista: un espacio que dialoga con el arte que exhibe.
Legorreta, fiel a su estilo, concibió un edificio monumental en apariencia y a la vez íntimo en sus recorridos. Sus muros macizos de tonalidad arenisca evocan solidez y permanencia, mientras los patios interiores, fuentes y juegos de luz natural recuerdan la arquitectura tradicional mexicana reinterpretada bajo un lenguaje contemporáneo. El espacio central, coronado por la célebre escultura de Juan Soriano, “La Paloma”, funciona como umbral simbólico: el arte como ave que invita a entrar y trascender.
Más que un museo, MARCO es un manifiesto
arquitectónico. Legorreta logró sintetizar tradición
y modernidad, monumentalidad y sutileza, en un
recinto que ha colocado a Monterrey en el mapa
cultural internacional. Hoy, su arquitectura no solo
resguarda arte: ella misma es arte.
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