En una esquina tranquila frente al Jardín Pushkin, KUSA florece como un espacio fuera del tiempo. Inspirado en la palabra japonesa “kusa” (hierba), este proyecto abraza las plantas como medicina cotidiana: bebidas herbales, fermentos vivos, sopas, snacks y rituales en forma de elixires, talleres y encuentros. Karla Moles y Paula Amor, sus fundadoras, nos cuentan más a detalle cómo este espacio se fue gestando entre raíces, viajes, lecturas, fermentos caseros y una creciente necesidad colectiva de volver al origen.
Cada mes, KUSA ofrece talleres y experiencias colectivas: herbolaria, ayurveda, ilustración, estampado botánico en tela, bordado, aceites esenciales, fermentos, sesiones musicales y más.
¿Cómo se les ocurrió?
Todo comenzó con el amor que ambas sentimos por las plantas. Paula siempre fue fanática de sembrarlas y cultivarlas; a mí, en cambio, me atrapaba el olor. Mientras ella hablaba de raíces y tierra, yo estaba en las mezclas. Así nació la inspiración por la herbolaria.
¿Cómo ha evolucionado el proyecto desde que nació?
Lo mágico de Kusa es que tiene vida propia. Lo que inició como un espacio de herbolaria, se transformó en un lugar que pedía encurtidos, fermentos y comunidad…
Fue como si nos dijera: “Quiero ser más”. Y nosotras simplemente lo escuchamos. Ahora Karla está completamente enamorada de los encurtidos, el kéfir. La idea original ha mutado, integrando talleres, encuentros, bebidas herbales, música, ilustración botánica... Y todo eso en menos de un año.
Si es mi primera vez en Kusa, ¿qué me recomiendan probar?
Difícil elegir solo tres cosas, pero si hay que hacerlo… El elixir del sistema nervioso y claridad mental: una mezcla medicinal pensada para darte equilibrio y enfoque. Un fresquito, nuestras bebidas frías con ingredientes funcionales y fermentos naturales.Y el café de la casa, que es delicioso y viene de un proveedor que cuida desde el grano hasta la taza.
Kusa no es solo para consumir en el local, ¿cierto?
Exacto. Queremos que las personas se lleven salud a casa. Vendemos las sopas en frasco, el kéfir fresco (nada que ver con el del súper), los fermentos hechos con “el bichito” vivo... todo para que puedas sostener un hábito diario que cuide tu microbiota.
¿Cómo buscan generar un cambio?
Queremos que escuchen su cuerpo. Que se den permiso de confiar en las plantas. Que se den cuenta de que pueden sustituir una aspirina por una tintura, o un fermento diario por un antibiótico.
Porque las medicinas vienen de las plantas. Solo hay que volver a mirar hacia ellas.
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