El tequila es mucho más que una bebida; es un símbolo de identidad, historia y orgullo nacional para México. Originario del estado de Jalisco, el tequila ha trascendido fronteras y se ha convertido en una de las bebidas espirituosas más reconocidas y apreciadas a nivel mundial, al punto de competir con otros íconos como el whisky escocés o el ron caribeño. Su esencia representa siglos de tradición, trabajo artesanal y un vínculo profundo con la tierra y la cultura mexicana.
Su historia se remonta a tiempos prehispánicos, cuando los pueblos
indígenas fermentaban la savia del agave para producir una bebida
ritual conocida como “pulque”. Con la llegada de los españoles en
el siglo XVI y la introducción de técnicas de destilación, nació el
tequila como lo conocemos hoy. Desde entonces, su producción se
ha perfeccionado, manteniéndose fiel a sus raíces. El auténtico tequila
solo puede elaborarse en ciertas regiones de México, principalmente
en Jalisco, y debe derivarse del agave azul (Agave tequilana Weber).
Se inicia con la jima, donde se corta la piña del agave; luego, estas piñas se cuecen en hornos para liberar los azúcares. Posteriormente, se trituran, se fermenta el jugo extraído y finalmente se destila. El resultado puede ser tequila blanco, reposado, añejo o extra añejo, según su tiempo de maduración en barrica. El tequila no solo es fundamental en la vida cultural y festiva de México, sino que también ha conquistado los paladares del mundo. Estados Unidos, Europa y Asia figuran entre los principales consumidores, y marcas mexicanas han alcanzado renombre global. La denominación de origen del tequila, protegida desde 1974, garantiza su autenticidad y calidad.
Uno de los mayores atractivos turísticos ligados a esta tradición es el Tequila Express, un recorrido en tren que parte de Guadalajara rumbo al Pueblo Mágico de Tequila. A lo largo del trayecto, los pasajeros disfrutan de paisajes agaveros –declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO–, música mariachi, degustaciones y visitas a emblemáticas destilerías, donde se vive de cerca el proceso de producción.
El Tequila Express no solo es un viaje físico, sino también cultural
y sensorial. Es una experiencia que celebra la herencia viva del
tequila, su impacto económico y su prestigio internacional. En
definitiva, el tequila no es solo una bebida: es México embotellado.
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