La Casa de la Playa, obra del arquitecto David Quintana, se ha consolidado como un ícono del lujo responsable. Ubicada en plena selva maya y frente al mar caribe, sus líneas orgánicas y su integración con el entorno natural crean una armonía visual inmediata: la madera, la piedra y el concreto se convierten en materiales que conectan al huésped con la esencia del lugar. Nombrado en 2024 como el #2 Mejor Hotel del Mundo y Mejor Hotel Resort en México por los Travel + Leisure World’s Best Awards, el proyecto refleja un compromiso profundo con la estética y la ética contemporánea.
Con 63 suites únicas, cada una con piscina privada y hábitats para medusas Aurelia, el hotel combina lujo de alta gama con una experiencia personalizada. Los uniformes creados por la diseñadora mexicana Carla Fernández, inspirados en las técnicas textiles indígenas, refuerzan ese vínculo entre el diseño contemporáneo y la tradición artesanal. La arquitectura incorpora asimismo paneles solares, sistemas de ósmosis para reutilización de agua, vidrios inteligentes y vegetación en azoteas, demostrando que el lujo consciente no está reñido con la arquitectura de impacto.
Siguiendo la misma filosofía arquitectónica, los Palafitos Overwater Bungalows, en Playa Maroma, trasladan a México la experiencia de los bungalows sobre el agua típicos de Maldivas. Su estructura sobre pilotes permite que cada bungalow tenga acceso directo al mar, terrazas y pisos de cristal que conectan al huésped con la vida marina. La disposición de los espacios potencia la sensación de libertad y privacidad, mientras que materiales cuidadosamente seleccionados aseguran confort y elegancia sin romper la armonía con el entorno.
Cada bungalow cuenta con mayordomo personal, y actividades como picnics en la playa, paseos en kayak o cenas junto a la fogata se desarrollan en un marco arquitectónico que respeta y dialoga con el paisaje. La cocina local y de temporada se sirve en espacios que combinan diseño contemporáneo y detalles artesanales, reforzando la experiencia sensorial y cultural del huésped.
En sintonía con ello está Chablé Resort & Spa, en Yucatán, un ejemplo de cómo la arquitectura responde al paisaje y la cultura. Diseñado por el arquitecto José Carlos Lombana para sus residencias –que emulan las construcciones mayas tradicionales con techos de zacate y maderas tzalam y cumarú– la propiedad mezcla la herencia regional con un enfoque moderno. Las casitas diseñadas por Lombana y los interiores de la renombrada diseñadora Paulina Morán logran un equilibrio entre lujo sobrio y naturaleza viva. Los materiales locales, los pisos de mármol de Vermont y los acabados de chukum (un estuco tradicional de la península) subrayan ese diálogo entre tradición y contemporaneidad. El resort ha ganado el prestigioso Prix Versailles por su arquitectura y diseño.
Por otro lado está Casa Amate, un hotel que refleja una fusión entre tradición, estética contemporánea y sostenibilidad. Concebido por el arquitecto Fernando García y el despacho OWN, el proyecto rescata edificaciones vernáculas de Mérida y las reinterpreta con líneas limpias inspiradas en el art déco, utilizando materiales locales y técnicas ancestrales como el chukum. Sus dos propiedades —Casa Amate 61, en La Mejorada, y Casa Amate 62, en Santa Ana— expresan personalidades complementarias: la primera, con tonos rosa pastel y un ambiente creativo; la segunda, en azul profundo y de estilo más sofisticado.
Finalmente, ATELIER Playa Mujeres, en la península de Yucatán, lleva el lujo “Todo Incluido” a una dimensión de diseño comprometido. Los interiores fueron desarrollados por las firmas Curioso y Francisco Hanhausen Arquitectura & Diseño, en colaboración con la hotelera ATELIER de Hoteles. El proyecto fue reconocido con los premios Gold Key Awards en las categorías “Best Resort” y “Best Guestroom Upscale”. Su arquitectura e interiores celebran la artesanía mexicana: materiales sobrios, paleta de tonos naturales, y la integración cuidadosa con el paisaje marítimo. Es un oasis que privilegia diseño, intimidad y ambientación artística por encima del lujo ostentoso.
Estos hoteles no solo destacan por su arquitectura; son
verdaderos santuarios donde la cultura, la naturaleza y la
tecnología se fusionan, reflejando la creatividad y el talento
mexicanos en el escenario mundial
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