En un rincón de la costa caribeña, lejos del bullicio de la Ciudad de México, el chef Edgar Núñez ha creado un refugio gastronómico donde la memoria y la innovación se encuentran en equilibrio. Su restaurante, María Dolores, ubicado dentro del resort ATELIER Playa Mujeres®, es mucho más que una experiencia culinaria: es una declaración de principios.
Núñez, cocinero formado tanto en casas de alta cocina internacionales como en los fogones tradicionales de su país, ha desarrollado una mirada particular sobre lo mexicano. Lejos de clichés, su cocina parte de la tierra, del cultivo consciente y del respeto por los ingredientes, para luego reinterpretarlos con precisión técnica y sensibilidad contemporánea.
En María Dolores, los sabores locales adquieren otra dimensión. No hay estridencias ni artificios. Cada plato revela una exploración profunda de las texturas, los tiempos y la estacionalidad. El resultado es una cocina refinada, con un lenguaje propio, donde los productos del mar, las hortalizas del sureste y los aromas de la región se ensamblan con equilibrio y carácter.
Entre los platos más memorables están los sopes de cordero con recado negro, reinterpretación de una receta yucateca con potencia y elegancia; el taco de betabel rostizado con crema de nuez de la India, que confirma que los vegetales pueden tener tanto protagonismo como una proteína.
Los postres también hablan en voz propia: el helado de hoja santa con tierra de cacao y limón cristalizado es fresco, herbal, con una textura que remite a los jardines del trópico. Y para maridar, una selección de vinos con fuerte presencia de etiquetas mexicanas y una coctelería creativa basada en destilados nacionales.
El restaurante ha sido distinguido por múltiples organismos por su nivel de ejecución, su propuesta única y la experiencia completa que ofrece. La atención al detalle, la armonía del entorno y una carta de vinos cuidadosamente seleccionada —que apuesta por etiquetas nacionales con identidad— complementan un recorrido gustativo que cautiva a viajeros de todo el mundo.
En lugar de replicar fórmulas, Núñez propone un camino
personal. Su cocina no busca deslumbrar, sino emocionar.
María Dolores se convierte así en un espacio donde la alta
cocina mexicana. Un lugar donde la cocina se piensa, se
trabaja con manos expertas, y se ofrece como un acto de
generosidad y conciencia
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