El olor embriagante de carne asándose sobre brasas y tortillas recién hechas, que son acompañadas de cebolla y cilantro picado, forman parte de un ritual, el del taco. En la Ciudad de México no hay calle que no tenga su propio altar al taco.
Para quien visita esta ciudad por primera vez, los tacos no son simplemente una opción gastronómica: son una experiencia cultural profunda, democrática y deliciosa. Se comen en banquetas, mercados, carritos, restaurantes, esquinas humeantes. Se comen de pie, con una “coca” en la mano o una cerveza al alcance. Aquí, un taco no solo se mastica. Se vive.
The intoxicating smell of meat roasting over coals and freshly made tortillas accompanied by chopped onion and cilantro are part of a ritual, that of the taco. In Mexico City there is no street that does not have its own altar to the taco.
El origen de este platillo viene del norte y del sur, del campo y la urbe, del pasado indígena y del mestizaje. Hay tacos de barbacoa cocida en horno de tierra, tacos de guisado con arroz y huevo, tacos de carnitas, suadero, tripa, lengua, pastor. Incluso hay tacos veganos que saben a calle.
Pregunta a cualquier capitalino por su taquería favorita y no solo te dará una dirección, también, te contará una historia. Pero mientras tanto, aquí, algunas de las instituciones. Estos lugares no solo han alimentado generaciones; han definido lo que significa comer bien, rápido y sin pretensiones.
- Taquería los Parados. En la colonia Roma Sur, lleva más de 50 años encendiendo sus parrillas para ofrecer tacos de bistec, al pastor, costilla o chorizo con queso, todo servido sobre tortillas gruesas y recién hechas. De noche, el lugar brilla con el resplandor de sus brasas. Pida el taco al carbón con queso fundido.
- Tacos Beatriz. Inició en 1887 y sigue sirviendo tacos de guisado como si el tiempo no hubiera pasado. La estufa hierve desde la madrugada. Aquí desayunó Emiliano Zapata alguna vez. Pregunte por el de rajas con crema.
- Los Cocuyos. Se ubica en el Centro Histórico, es un puesto minúsculo pero legendario. Siempre hay fila, a cualquier hora del día o la noche. Su taco de suadero, cocido en su propio jugo en una olla burbujeante de acero inoxidable, es un poema grasoso.
- El Huequito y el Tizoncito. Ambas se disputan con orgullo la invención del taco al pastor. Ambos tienen sus versiones de la historia, su propio estilo de adobo, y su manera de cortar la piña que corona el trompo. Visítelos y elija su favorito, como si votara en una elección crucial.
Y si quiere algo con distinción, El Califa de León, en la
colonia San Rafael, fue la primera taquería mexicana en
obtener una estrella Michelin. No tiene pretensiones: solo
tres tipos de carne, servidos con la precisión de un reloj
suizo en tortilla de oro.
Y recibe información exclusiva para viajar por México ¡con estilo!